(TESTIMONIOS)

Como a las 10 de la noche, me sacaron de Lecumberri y me entregaron a los militares. Ahí, me estuvieron dando suave desde las 10 hasta las 6 de la mañana, que me regresaron. Después, me pasé una semana obrando y orinando sangre, por los golpes internos. Tenía una cortada en el escroto por un simulacro de castración. También me hicieron un simulacro de fusilamiento y luego me madrearon de dulce, de chile y de manteca. Todo lo que querían estos cabrones era que involucráramos a gobiernos extranjeros y a funcionarios del equipo de Díaz Ordaz. Ya estaba muy cerca la sucesión presidencial y querían que uno denunciara a sus compañeros, pero eso sí no se pudo.
Otra vez en Lecumberri, me metieron en una celda de metro y medio por dos metros, con planchas de acero por todos lados, y arriba, había un agujerito. Ahí me pasé un mesosote incomunicado. No nos daban de tragar más que una taza de atole en la mañana y otra en la tarde. Sin cobijas ni nada, me pusieron un bote de cuatro hojas, de esos de alcoholeros, para que hiciera mis necesidades y no me lo cambiaron nunca. ¿Sabes lo que es eso? No te lo puedes imaginar. Quedé muy jodido, la neta. Nada más oía: “¡Las diez de la noche!”, y yo, haz de cuenta que fuera un perro de Plavov. Ya vienen por mí, me van a madrear…
“PENSAR EL 68”. Luis Tomás Cervantes Cabeza de Vaca.
Elios Edmundo Pérez Márquez (Recopilación)
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